miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cigarros mentolados

Un águila solitaria sobrevolaba el cielo diurno de Antofagasta espantando a gaviotas y pelícanos. En la playa Paraíso algunos tomaban micheladas mientras un mulato bailaba en la arena con su propio equipo estéreo portátil. En la playa Balneario la gente se bañaba en el mar saltando desde un pontón a pesar de ser un día nublado y un poco fresco.   En la terminal de autobuses exponían a los viajeros empanadas recién hechas mientras en la televisión de una cafetería reponían un episodio de “El chavo del ocho”.  A las afueras del mercado central un puesto callejero servía vienesas y choripanes. En el estadio de fútbol el equipo local jugaba esa tarde. Las poleras del Colo-colo colgaban de los tenderetes y deambulaban vistiendo cual uniforme oficial a un número resaltable de paseantes. Una pareja de ciegos cantaba a modo de karaoke en plena calle. Un vendedor de helados ambulante pregonaba sus helados de remolacha de “a luca”…  Ella, cruzaba el desierto por la panamericana rumbo al sur camino de Santiago. Yo, fumaba cigarros mentolados en la terraza de mi departamento, planta cuarta con piscina y gimnasio, mientras miraba al pacífico, satisfecho, meditando un pensamiento: la felicidad no es un sentimiento, es una actitud.