miércoles, 19 de octubre de 2011

Atazagorafobia

¿Será esto lo que siente el que ha caído a un pozo en un paraje poco transitado?

Esta oscuridad herida fugazmente por algunos rayos de sol desorientados de su rumbo. Oyendo exclusivamente los ecos de sus auxilios atenuados por las paredes del angosto tunel. Sofocada la propia respiración por el claustrofóbico e inevitable estatismo del insuficiente espacio vital. El sudor frío de la adrenalina transitando y agitando aún más la enloquecida taquicardia. El desconcierto más absoluto, la negación de que esto esté pasando en ralidad, que tan solo sea un mal sueño. La frustración, el enfado amargo y corrosivo que produce la impotencia. El odio a los que no pasan por allí y que no pueden oír sus gritos desesperados. La tristeza melancólica y profunda (más aún que el propio agujero) por verte en una situación que crees no merecer. Finalmente la aceptación de la realidad, la sumisión a la parte del destino que no puede ser controlada mas que por manos ajenas. De repente la lúcidez atraviesa tu cráneo como un resplandor helado y revelador…

Te queda exactamente el tiempo que tardes en perder la esparanza.

viernes, 14 de octubre de 2011

Buenas noches

Todo un desastre, ya me ves. Tú, dormida y hermosa. Yo fumándome la madrugada con los dedos aferrados a estas líneas que ahora te escribo y que tal vez mañana leas. Ojalá supiera explicarte el porqué de este biorritmo trastocado. Podría ponerme poético y decir que la noche tiene colmillos y que una vez que te ha mordido su veneno se extiende y te quema. Te hace revolverte entre sábanas lodosas y te llama a que la acompañes una vez más a ver amanecer. Te enciende las neuronas como una Nueva York efervescente con su tráfico rodado de acá para allá. La noche me llama por mi nombre y dispara mi absurda imaginación llenándola de versos insalvables a la quema del olvido. De noche el teorema de la vida parece algo más comprensible e indoloro, más llevadero, menos angustioso. Ojalá comprendieras cuanta calma trae consigo una oscuridad estrellada. Cuantos olores se perciben distintos. Cuantas calles requiebran esquinas para disfrazarse de otra ciudad. Cuantas historias trajeron a la memoria…

En definitiva, tan solo quería darte las buenas noches.