sábado, 30 de enero de 2010

Leyes del movimiento planetario


Os voy a contar una historia… Una historia de amor. ¿Acaso no son las mejores? Es una historia que ya fue descrita por Newton o Kepler; pero ellos eran científicos y solo interpretan datos. No eran capaces de sentir el verdadero drama cósmico que tenían ante sí.
El caso es que en el cielo se vive el dolor, la angustia de los cuerpos celestes. Es paradójico que en el cielo sea donde se vive el dolor de la tierra. La Tierra vive su existencia enamorada del Sol. Orbita a su alrededor acercándose y alejándose, sintiendo su calor, danzando, girando sobre si misma para que el Sol vea lo hermosa que está en su movimiento furioso.
El Sol la sabe. Y sabe de su amor, y en cierto modo la quiere a su forma. Pero el es el Sol, el majestuoso Sol, viejo, sabio, dador de vida, amo y señor del sistema solar y, claro, ve normal que se enamoren de él, es más, tiene otros planetas a su alrededor. Sabe que la tierra es el más hermoso de todos pero su ego pesa casi tanto como su masa y se hace el difícil.
Y por último está la pobre Luna. Enamorada de la tierra desde que se encontraron, desde que el tiempo es tiempo. ¿Quién podría no enamorarse? Es la Tierra, LA TIERRA. Con su olor a vida, a sal, a bosque, a nieve…. Con sus crestas despeinadas y salvajes, con sus vientos rebeldes, sus nubes blancas que la cubren y desnudan con una sensualidad casi cruel. Ojalá pudiera tocarla con sus manos heladas. Es joven y vehemente. Intenta constantemente mover sus mareas. Trastornar a sus habitantes. Provocar su pasión. Dicen que la Luna tiene una cara oculta y no es así. Lo que sucede es que solo tiene ojos para su amada y nunca le da la espalda. A veces le guiña un ojo. Como ya sabrás los movimientos del universo son más lentos que los de las personas y por eso va cerrando lentamente su párpado hasta que solo se le ve la comisura. En unas ocasiones le sonríe un poco de medio lado, en otras sufre y se vuelve roja. Incluso llora de impotencia y en esa noche desde la tierra se ven sus lágrimas rasgando el cielo. Cuando ya no tiene fuerzas su hace tan pequeña que casi desaparece. De hecho lo haría si su amor no se lo impidiese y entonces vuelve a hacerse grande, bella, hipnótica… Pero irremediablemente es Luna y no Sol y es precisamente el Sol el que provoca la vida de la tierra con sus rayos dorados. ¿Sabes?, yo me he dado cuenta y lo he visto. La Luna lo intenta y es entonces cuando desprende su luz plateada mas bella…
Pero irremediable es Luna y no Sol.

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